Me extraño.

Me extraño,
me extraño en esos momentos donde todo era dar sin plantearme que iba a dar,
dar lo mejor sin saber que estaba dando.

Me extraño en esos momentos
 donde mi amor certero no obedecía ningún miedo metido
y al ritmo de cualquier melodía se podía verme danzar libre.

Me extraño en esos momentos donde sólo tenía risas para mis dudas,
donde mis dudas no eran mis dueñas sino que eran un producto maravilloso,
donde todo era interesante, infinito.

Me extraño en esos momentos donde no me planteaba cambiar
y cambiaba todo el tiempo, donde no me controlaba como obrero.
Me extraño cuando me quería, y ninguna herida era abierta porque sí.


Me recelo, me niego, un poco no me quiero,
me enojo conmigo, es que ya estoy metiendo la pata hasta la cadera
arruino todo pensando que arruino todo.

Me extraño y me reencuentro,
me pido perdón y me quiero,
me beso, me cuido, me traiciono y al diablo con todo.

¿Te extrañas tu?
Me voy, y vuelvo.
Me necesito, me contengo pero sólo un momento.

No tengo tiempo de ser todo lo quiero,
y ahora hago  lo que puedo hasta el borde de mi peso,
me siento vacía si paro de andar en problemas y sinsalidas,
me siento vacía de no escalar laberintos, cascadas y problemas.

Me tiembla el pulso si me quedo sin con quién compartir todo esto que soy,
y se me quiebra la voz por no poder felicitarme,
ni reconocerme cualquier cosa buena que haya hecho,
con el nudo de mi garganta envuelvo regalos feos y los tiro al primero que pueda cruzarme.

Necesito ahora mismo sincerarme un poco, mirarme al espejo,
y pedirme perdón.
Perdirme perdón, de ir corriendo contra los espejos y quebrarlos,
sentirme cerquita, abrazarme las rodillas.

Quiero, no buscar en todas las otras personas ese cachito que me alivia,
 que soy yo en la buena vida,
no destrozar a todo aquel que me cruce el viento
si veo los reflejos de mis viejos errores, volver en forma de otra persona.

Pero primero lo primero: quererme un poquito,
 necesito otro tanto, sacarme el orgullo.
Preguntarás por qué tanto este afán:
es que sí no puedo conmigo, no podré con nadie.
Y yo quiero tanto querer.

Porque siempre conmigo soy un poco más que con todos,
si soy un poco buena, conmigo soy más buena,
pero si contigo, amor, he sido orgullosa, he sido mala,
no te imaginas el rencor que  he podido guardarme a mi, durante todos estos años.

No te imaginas ni un poco el orgullo que he desayunado tanto tiempo,
por que a ti te puedo echar, a ti te puedo no ver,
pero a mi,  me veo siempre,  y no puedo tomarme un espacio y verme de lejos,
no puedo tener un respiro de mi.

Me alivia un poco esto de dejarme ir,
y espero ansiosa hacerme reír para enamorarme de nuevo.
Si puedo sacar mi propia amargura, tan dura tan pegada, tan difícil de sacar,
entonces puedo, acaso, intentar traerte alegrías,
provocar más sonrisas, escucharte reír,
sentir las caricias, recobrar el olfato,
 y todo tendría sentido, vivir, otra vez,
sería calma y no venganza,
sería amor, y sólo amor.
Pero sobre todo sería real, verdadero,
 y yo necesito tanto en este momento tener algo real,
 que no te lo imaginas,
eso tampoco te lo imaginas.



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