Odio la guía y pasos a seguir de cómo amarme

Un día voy a tirar el acolchado, prender la luz y gritar ciegamente:
Que no puedo hacer todos los diálogos de lo que debes y no debes hacer o decir, como un libreto, y mucho menos hacer todos los personajes y montar un teatro. Sorprendeme carajo!
Que debes ser tú quién construya ese puente entre la flora de tu corazón y la habitación en mi interior, que te enraices, jardinero, trabajador. A la habitación en mi interior que es donde habitas y que sirve para que la decores,  la pintes: la limpies. A tu modo pon tus manos y pulmones el barro y respira la tierra. Ensuciate, ensuciate en esto conmigo!
Es un horror pensarte como marioneta manejada pasandome tu mano por mi cara armando caricias y pasandome como perro lastimoso por debajo de tu brazo, humillado tal vez.
Construyendo vías extranjeras aunque si lo veo como los ingleses en Argentina, por favor, eres tu quien debe hacerlo.
Y si, te escucho, todo lo que dices, que no sientes que te domino
o que  te manejo, sino que te ayudo a quererme mejor
que lo que hago es una guía y pasos a seguir de cómo amarme.
Te dejó sin sentido el queso de la ratonera y ya lo que sale de tu boca no cuenta.
Que alguien me de el título de monstruo y lo hacemos oficial, huevos y harina en mi cabeza.
Y aún a así comprendiendo mis actos como algo tan honorable como cotidiano, muchas cosas pasan sin que yo las controle, y pasan por alto pero me hacen quedarme aquí, como relleno y en realidad son esenciales.
Como durante el despertar, el acompañamiento que me sirve como genio durante la serie de pasos previos a comenzar el día, como ser los primeros acordes de la guitarra por la mañana, el olor de las tostadas, oír el hervor del agua, escuchar cómo sorbes la bombilla, el gusto de la mermelada de damasco, escucharte hacer pis directamente como un eco por estar la casa en silencio.
Y tu posición inocente de saberme dormida, y mi posición fiel de dejar los ojos cerrados, mientras escucho tus pasos acercarse, y te agachas para darme un beso apretado, en la mejilla izquierda, para confirmar que ese fue el verdadero comienzo del día.
Es el reloj natural que germina el famoso pie derecho del buen comenzar.
Y sí, yo soy altamente poderosa y puedo hacer que esto sea tan feliz como triste, quiero entonces tomar la mejor decisión y llevarla a cabo, para no confundirme, desearía ser un títere y contratar a alguien que me guiará como te he guiado a ti hasta aquí.
Y qué hacemos aquí... qué.  Si te pregunto esperas que conteste yo.



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