El pequeño sadico que encapsula falsamente el tiempo

El morbo de saber que transcurre el tiempo es una secuencia que puede desembocar hasta en el fetichismo.
Es una barbaridad, lo inaudito de este espectro se puede medir en la escala de Richter, pocos pueden contra este espectro que nos envuelve, (porque sí, muchos afectados del Amor pueden combatir al tiempo, no se si son los únicos, pero me consta que ellos pueden y el tiempo nos infecta pero el efecto del Amor suele ser superior en el mejor de los casos).
El fetiche del tiempo es su pequeño y sadico de agujas, sicario de segundos: el reloj pulsera. 
Lo masoquista, lo adoctrinado, lo alienado, lo vacío, lo cruel que es tener un reloj como brazalete o reloj muñeca (la peor de sus formas en mi opinión ya que lo asocia una parte de nuestro cuerpo) es incomparable, es el recordatorio de que no podemos escapar del tiempo.
¿No estamos lo suficiente, controlados, adolecidos y limitados por el tiempo como para tener que llevar un reloj puesto en nuestras muñecas?
La tecnología y la moda de los teléfonos celulares que indican la hora y que van guardados en los bolsillos de los sacos o pantalones de los transeúntes van ahorrando malas imágenes para quienes caminamos sin reloj pero con el tiempo contado. Porque que uno no lleve reloj puesto no quiere decir que no sepa que está limitado por el tiempo, controlado, atento a alguna hora por obligación y necesidad, no quiere decir necesariamente eso, algunos de los que no llevamos el reloj lo hacemos para quitarnos uno o dos gramos de dolor, como quien se quita un abrigo antes de pesarse para estar más liviano.
Medir el tiempo para nuestra conveniencia dentro de lo que nosotros encasillamos como ‘’día’’ es útil, tremendamente funcional y está conectado con la naturaleza, por eso un reloj de clepsidra, de sol o de aire no me resulta cruel.
Si existe algo con respecto al tiempo más lamentable que el hecho de que transcurra incesable y consumidor es saberlo minuto a minuto
Mirarse la muñeca después de haberla cortado ajustando el reloj como la peor de las pulseras, (y eso que las pulseras suelen ser simbólicamente crueles), el hecho de que las agujas determinantes corran como una cuenta regresiva, dormir con el tic tac… No.No.
Que horror un reloj, que horror…

PD: Cada vez que un reloj se para los vivientes ganan una pequeña batalla.


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